·
1 Kg de Harina de trigo
·
500 ml de agua
·
3 Cucharaditas de levadura
granulada
·
1 Cucharadita de sal
·
9 Cucharadas de azúcar
·
2 Cucharadas de mantequilla
·
1 Huevo
Tibie los 500 ml de agua, disuelve en ella
una cucharada de azúcar y añade la levadura sobre ella, coloque en un sitio
oscuro o cubre el envase para que no entre la luz, dejar reposar unos 20 min
para que fermente.
Se sabe que la levadura levantó porque se
forma una especie de espuma sobre ella.
Coloca en una superficie plana la harina,
las 8 cucharadas de azúcar y la sal, forma un hueco en el medio de la harina y
agrega en él la mantequilla, el huevo y la mezcla de la levadura, removiendo
con las manos poco a poco para unir todos los ingredientes desde el centro y
formar la masa uniforme. Si ves que está demasiado blanda y húmeda, añade algo
más de harina.
Amasa durante 15 minutos aproximadamente.
Sujeta la masa con una mano y, con la palma de la otra, estira la masa
extendiéndola hasta que empiece a rasgarse. Dobla luego sobre sí misma y gírala
ligeramente. La masa estará lista cuando no esté pegajosa, se extienda
fácilmente y se note suave al tacto.
Deja reposar la masa en un sitio cálido,
colócale un pañito por encima y deja crecer esa mezcla al menos una hora o
permita que doble el tamaño.
Una vez lista la masa, colócala sobre la
superficie enharinada y comienza a amasar. Amase de forma suave, agregue más
harina si se pega de las manos.
Divide la masa en dos o tres partes iguales
y comienza a dar las formas que gustes a tus panes, luego sitúa sobre bandejas
engrasadas, coloca un pañito por encima para cubrirlos y deja crecer los panes
en un sitio cálido una hora más o permita que doble el tamaño. Mientras tanto
se precalienta el horno a 180 °C.
Lleve al horno por unos 25 minutos hasta
que los panes estén dorados y listos para degustar.
¡Que los disfrutes!
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